Juegos de ninos

Los dos se colocaron en sus puestos. Tenían armaduras hechas con chatarra y forjadas con imaginación, y sus espadas eran ramas olvidadas recolectadas con inspiración. Sus miradas chocaron en el aire polvoriento que olía a tierra seca, y sus almas se encontraron en medio de las de todo el público, en un aire que olía a emoción.
     Era la primera batalla de Temnas, y estaba emocionado. Siempre quiso probarle a su hermano mayor y a toda la pandilla de amigos que dentro de su espíritu estaba la voluntad de un dragón.
     Su oponente era Renarx, el típico chico al que todos siguen por miedo y admiración, pero Temnas sentía que lo iba a vencer, y su nombre y figura tomarían importancia ante la mirada de todos, ante la mirada de su hermano.
     <<¡Da la llamada, hermano! -se decía en la mente-. ¡Ya quiera luchar! ¡Lo voy a hacer trizas!>>
     El bullicio aumentaba y contaminaba el aire. Con las mentes desesperadas los niños gritaban y maldecían. Makit, el hermano de Temnas, dio un paso al frente y le murmuró algo al oído lejano de Renarx. Éste se sorprendió y le negó en palabras a Makit. El hermano y Renarx se voltearon a platicar, dándole la espalda a Temnas.
     -¡¿Qué?! -gritó sin ser escuchado-. ¡Eso no se vale! -. Su alma se despedazó y algunas lágrimas le brotaron de los ojos, pero su espíritu le susurró a la mente:
     <<¡No le hagas caso! Cuando venzcas a ese idiota todos te admirarán>>. Esas palabras parecieron levantar los pedazos de alma tirados en el olvido y colocarlos en su debido lugar. Temnas se limpió las lágrimas y sonrió. El murmullo del hermano y Renarx había terminado.
     -¡Muy bien! ¡Empiezen! -gritó Makit y los dos chicos se abalanzaron y golpearon. Para los ojos del herano mayors, eso era un juego de niños, pero para los chicos, eso era un duelo a muerte. Al final, Temnas quedó tirado en el suelo con la lengua de fuera y los párpados caídos. Renarx caminó hacia él, des prevenido, y Temnas levantó sus piernas y le dio una patada de mula justo en la cara y en el orgullo. Renarx cayó y Temnas le puso su pie en el pecho. Todos gritaron, pero parecían más abuchear a Renarx que felicitar a Temnas. Sólo su hermano lo levantó y lo felicitó.
     -¡Lo hice, hermano! ¡Gané!
     -¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Vas a ser un buen cruzado!
     Temnas corrió hacia la bola de amigos a presumir su victoria y Makit se fue a hablar con Renarx.
     -¡Pude haber ganado! ¡¿Por qué querías que perdiera?! ¡Idiota!
     -Pues... era el cumpleaños de mi hermano... Quería regalarle algo que realmente valiera... Aparte... -. Makit tomó su espada cruzada-, quizá no lo vuelva a ver... -. Luego corrió hacia el gremio de cruzados para, quizás, nunca más volver.